Palabras que encienden los corazones
Francisco sabe decir palabras que encienden los corazones, con un lenguaje vivaz y expresivo, y a veces cortante, para alentar a madurar en la vida cristiana.
El examen final es sobre el amor
Este año el Papa aludió varias veces a situaciones de actualidad, del mundo y de la Iglesia, pero el mensaje recurrente es escatológico, la expectativa del encuentro con Jesús, el examen final sobre lo que Francisco llama el “protocolo” de Mateo 25: “Tuve hambre, y me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; era forastero, y me acogieron; estaba desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; en la cárcel, y vinieron a verme”.
Los cristianos son los que pagan por los demás, como Jesús
Una homilía sobre todas se destaca desde este punto de vista, y es la del pasado 8 de octubre, en la que el Papa comentó la parábola del Buen Samaritano: aquí – dijo – está contenido todo el Evangelio. Un Doctor de la Ley pregunta a Jesús: “¿Quién es mi próximo?”. Es una pregunta con trampa y de auto justificación.
Pecadores y corruptos
Jesús tenía palabras fuertes contra la hipocresía de los fariseos, de los escribas y de los saduceos, personas que se consideraban mejores, expertos de la Ley, y juzgaban, poniendo pesos sobre los demás sin mover un dedo.
El Evangelio incomoda
Jesús nos exhorta: “No quien me dice ‘Señor, Señor’ entrará en el Reino de los Cielos, sino aquel que cumple la voluntad del Padre”. De este modo, el Papa nos invita a ser cristianos de acción, “del hacer y no del decir” y basta: cristianos de gestos concretos, no cristianos maquillados.
Atentos al diablo
Francisco invita a pasar de “la lógica del mundo” a “la de Dios”, porque es fácil vivir un cristianismo tibio y mundanizado sin darse cuenta. Exhorta al valor de una oración insistente que osa dirigirse al Señor con confianza, mirando a Cristo crucificado en los momentos difíciles.
Enamorados de Jesús
La palabra clave para no equivocarnos en nuestro camino de fe – explica el Papa – es estar “enamorados” del Señor y en Él inspirar nuestras acciones.